Hace cuatro meses poca gente conocía a Michael Brennan. En julio comenzó la etapa de Canadá del PGA Tour Américas, y el apellido Brennan empezó a sonar más fuerte a medida que las victorias se iban sumando. Fueron tres en total en esa parte del año, quedó como N.º 1 del ranking y obtuvo así su tarjeta para poder jugar en el Korn Ferry Tour en 2026. Un Tour que no va a jugar.
Invitado por el sponsor, este joven de 23 años oriundo de Virginia se transformó en el quinto jugador desde 1970 en ganar un torneo del Tour siendo invitado. Lo hizo, además, en su primera presentación en el Tour mayor como profesional; en las otras dos lo había hecho como amateur y no había superado el corte. Cobró un cheque de 1,08 millones de dólares y tiene ahora dos años para jugar en el PGA Tour.
Así como el año pasado Matt McCarty había sorprendido al mundo al ganar en este trazado desértico de Tom Weiskopf, este año le tocó a Brennan. Tomó la delantera luego de una segunda ronda de 65 golpes, y el sábado —cuando se suponía que podía sentir la presión— firmó 64 para estirar la ventaja sobre Rico Hoey. Así salió a jugar el día final con tres de ventaja; confesó al terminar que le había costado desayunar el domingo, pero no se notaron los nervios. Necesitó solo 31 golpes en la ida y tres fue la mínima ventaja que tuvo durante todo el día. El bogey del final no empañó una formidable actuación y terminó ganando por cuatro sobre Hoey.
Dueño de un gran swing —ya algunos lo comparan con el de Adam Scott— y de muy fuerte pegada, Brennan demostró un aplomo que solo tienen unos pocos cuando hay que definir un campeonato. Un nombre que, creo, dará que hablar en el PGA Tour.
