03. PGA DE AMÉRICA

Arrancamos este análisis de lo sucedido hace unos días en Bethpage y lo vamos a dividir en varias partes. Esta primera tiene que ver con la PGA de América, organización que tiene a cargo cada cuatro años la puesta en escena de la Ryder Cup.

La PGA de América es la organización deportiva más grande de este país. Sus más de 31 mil afiliados, hombres y mujeres, son los encargados todos los días de hacer funcionar los clubes en todo Estados Unidos. Tiene además varios campeonatos a su cargo que van desde el KPMG Women’s PGA Championship, Senior PGA Championship, PGA Championship (uno de los cuatro majors) y, como les decía, la Ryder Cup cada vez que se disputa en suelo americano.

Tienen muchísimos años de experiencia en el tema organizativo. Kerry Haigh es probablemente uno de los mejores del mundo cuando hablamos de presentación de canchas, pero en Bethpage cometieron algunos errores graves. No con el set up de la cancha, que fue tal cual lo pidió el capitán Keegan Bradley, sino con otros temas que hicieron de la edición 45 de los matches un verdadero bochorno.

Hace 12 años, cuando se designó a Bethpage como sede de la Ryder Cup, lo primero que todos señalaron fue la incidencia que el público iba a tener durante los días de competencia. El público neoyorquino es muy expresivo, no se guarda nada y no mide las cosas que dice. Ya en 2002, durante el US Open, se la agarraron con Sergio García y lo maltrataron durante los 4 días del campeonato. Todos estos antecedentes y la seguridad de que esto iba a repetirse en la Ryder Cup hacían que la organización debiera haber montado una campaña de marketing para tratar de influir en el público y lograr un mejor comportamiento. No solo no lo hizo, sino que contrataron a una comediante para hacer cantar a la gente que estaba en la tribuna del 1/18 canciones para alentar a sus jugadores. Esto no sería tan grave si no fuera porque lo primero que a esta persona se le ocurrió enseñar fue a cantar “fuck you Rory”. Por supuesto, la comediante fue despedida el primer día, pero el daño ya estaba hecho.

A esto se sumaron los comentarios de algunos jugadores que no hicieron más que echarle alcohol al fuego. Collin Morikawa declaró que él pretendía que todo fuera un “caos” durante los días de competencia, y la prensa especializada no hizo más que resaltar la importancia que iba a tener el público. Desde que terminó el Tour Championship no se habló de otra cosa que no fuera la Ryder Cup, y en PGA Tour Radio todos repetían lo mismo: “esta Ryder será muy pareja, pero será el público el que hará que los nuestros terminen ganando”, era el comentario general. A ninguno se le ocurrió pensar que esto se podía salir de las manos, y si lo sospechaban, tampoco hicieron nada para prevenirlo.

Lo que tuvo que ver y escuchar Rory McIlroy durante los tres días de juego no se lo deseo a nadie. Tampoco estuvo muy bien el jugador cuando les gritó tres fuck you seguidos a los que lo insultaban. No solo se la agarraron con él, sino que también su mujer fue víctima de insultos y agravios. En varias ocasiones McIlroy tuvo que salirse del stance para pedirle a los oficiales que calmaran al público.

Tampoco acertó la organización con el tema entradas. Más allá del precio, que es un tema de oferta y demanda, salieron a la venta en 750 dólares por día y se agotaron. Hubo gente que llegó a la tribuna del 18 muy temprano para esperar partidos que se definieran allí, y cuando esos matches se aproximaban venía seguridad a sacarlos porque esos asientos estaban reservados.

Otra vez fue una gran Ryder Cup, pero esta vez la PGA de América falló en algunas cosas que eran fáciles de prever y difíciles de solucionar. Lo único que no podés hacer es no tratar de hacer nada para prevenirlas cuando sabés que van a suceder.

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