03. SIN ENERGÍA

Una de las cosas más difíciles para los golfistas profesionales es mantener la energía bien alta durante mucho tiempo. Quizás los dos que mejor manejaron este desafío fueron Nicklaus y Tiger. Siempre fue admirable cómo ambos parecían no cansarse nunca de ganar, y lo lograban manteniendo el foco y la concentración al máximo cada vez que llegaban a un campeonato.

Una de las claves de Nicklaus —que Tiger copió— fue jugar poco y armar su calendario alrededor de los majors. De esta forma, ambos se aseguraban llegar a los grandes campeonatos con la mente fresca. No hay dudas de que uno de los mayores logros de Woods en su carrera fue el «Tiger Slam». Todo empezó en aquella mágica temporada del 2000, cuando ganó el US Open en Pebble Beach, el Open en St. Andrews y el PGA Championship en Valhalla. Cerró esa temporada en Buenos Aires, ganando la Copa del Mundo junto a David Duval, pero estaba claro que el objetivo final era el Masters de 2001. Esa victoria lo transformaría en el único jugador en la historia en tener los cuatro grandes al mismo tiempo.

Ganó el Players en marzo y, en abril, conquistó su segundo Masters, completando lo que parecía imposible. No digo que el año terminó ese domingo en Augusta para Tiger, pero su nivel de energía bajó de forma considerable, y era lógico que así fuera. Sus resultados en los tres majors restantes de 2001 así lo demuestran: terminó T12 en el US Open, T25 en el Open y T29 en el PGA Championship.

Hace poco más de un mes, y también en un domingo soleado en Augusta, Rory McIlroy se sacó de encima la mochila más pesada que existía en el golf. Luego de muchas frustraciones, logró ganar el Masters y, con eso, completar el llamado Career Grand Slam. La expresión en su rostro al embocar el putt en el playoff, caer de rodillas sobre el green del 18 y el llanto que lo acompañó hasta después de la entrega de premios nos mostraron el enorme significado que tuvo esa victoria para el norirlandés.

El tanque de combustible de McIlroy quedó vacío y no pudo recargar las baterías a tiempo para el PGA Championship. Estuvo muy errático desde el tee, y desde el jueves se notó que no estaba tan fino como se necesita para pelear un gran campeonato.

Ahora le quedan Oakmont, dentro de un mes, y Royal Portrush —el patio de su casa— en julio. Veremos si logra recargar el tanque y llegar a los dos últimos majors del año con la energía y el foco necesarios para levantar estos trofeos.

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