El viernes en Córdoba terminó su ronda y la expresión en su cara lo decía todo. Más que cansancio, mostraba el hastío de estar haciendo algo que no tenía ganas, o mejor dicho, que no tenía ganas de seguir haciéndolo de la manera en que lo viene haciendo desde hace un tiempo. A los pocos minutos de entregar su tarjeta, apareció un posteo en sus redes sociales en el que anunciaba que dejaba la práctica del golf por un tiempo hasta tanto no encontrara la motivación necesaria para volver a hacerlo al máximo nivel. Nos estamos refiriendo a Andrés Romero, uno de esos jugadores diferentes que ha tenido el golf argentino durante el siglo XXI. El tucumano que brilló desde muy chico, ganó en el Challenge Tour Europeo, acarició la gloria en Carnoustie en 2008, a la semana siguiente ganó en el European Tour, se dio el gusto de jugar con Tiger en Firestone en ese mismo año, y que en 2009 ganó un torneo del PGA Tour en New Orleans, ha perdido el juego y la motivación para seguir compitiendo. Nos quedará a todos, a él también, la duda de qué hubiera pasado si hubiera seguido su instinto cuando llegó al rough del 17 de Carnoustie para pegar el segundo golpe en aquella tarde mágica de 10 birdies en una de las canchas más difíciles del mundo. Su carrera hubiese sido diferente con seguridad, pero estoy seguro de que “Pigu” hubiera seguido siendo la misma persona. Un hombre sencillo, que disfruta de la vida, que jamás perdió la candidez de aquel niño que corría detrás de Eduardo Romero cada año que el “Gato” hacía el viaje para jugar el Abierto del Norte en su Tucumán querido. Un talento de esos que aparece muy de vez en cuando y que lo demostró a cada paso de su carrera como profesional. Me tocó compartir un viaje con él a España el año pasado y jugamos un par de rondas juntos. Ese talento estaba intacto y lo demostraba con algunos golpes que solo los elegidos pueden pegar, pero cuando la mente y la motivación no están enfocadas, es imposible lograr los resultados que un jugador como Pigu busca. Vamos a extrañar esa sonrisa cómplice de un tipo querible, pero entiendo que cuando jugaste al nivel que él lo hizo, debe ser muy difícil ver que la pelota no hace lo que uno pensó. Nos seguiremos viendo con seguridad y no pierdo las esperanzas de que algún día el “bichito” del golf vuelva a invadir su espíritu para que él vuelva a enamorarse del golf y todos volvamos a disfrutar de su juego. Solo me queda agradecerle por haber sido súper amable conmigo cada vez que necesité de su tiempo y desearle lo mejor. Se lo merece.
Presentación en Sociedad
El miércoles del Tour Championship se realiza la conferencia de prensa anual que ofrece el comisionado del PGA Tour. Esta