La historia es siempre la misma. El capitán que gana es leyenda y el que pierde se come todos los cachetazos. Ni tanto ni tan poco.
Si empezamos por el que ganó, habrá que recordar que Luke Donald llegó a esta posición por descarte. El capitán que Europa había designado a comienzos de 2022 para la Ryder Cup que se jugó en Roma era Henrik Stenson, pero el sueco decidió irse al LIV y fue relevado de su posición. También partieron otros candidatos a capitán, como Lee Westwood e Ian Poulter, y entonces la capitanía le llegó a Luke Donald. El inglés tenía un récord perfecto como jugador porque había integrado cuatro equipos y las cuatro veces había ganado Europa.
En Roma las cosas salieron perfectas: arrancaron barriendo la primera sesión, ganaron también la segunda y, cuando el sábado al mediodía lideraban por 9.5 a 2.5, parecía que todo podía terminar muy rápido. Por suerte para el espectáculo, los americanos reaccionaron esa tarde y el domingo hubo que mirar. La buena tarea realizada por Donald hizo que fueran los mismos jugadores los que le pidieran que siguiera dos años más, y llegó a Bethpage con once de los doce que habían estado en Marco Simone. Sin dudas eso hizo todo más fácil para el inglés, que repitió un par de parejas que habían funcionado dos años atrás, sacó una ventaja nunca antes vista en la historia moderna de la Ryder Cup, pero el domingo sufrió más de lo esperado. Volvió a ganar.
Ahora su récord es de 6-0-0 entre jugador y capitán, y varios piensan que volverá en dos años a liderar el equipo. En diciembre de 2027 cumplirá 50 años y recién al año siguiente podrá comenzar su carrera en el Champions Tour, lo cual nos dice que bien podría seguir dos años más. Veremos qué decide.
Para Keegan Bradley fue todo viento en contra. Habrá que preguntarle a los que lo designaron si la elección fue la correcta. Un jugador en plenitud, que a punto estuvo de formar el equipo (no tengo dudas de que EE. UU. hubiera sido mejor con él jugando), y que tuvo que tomar la decisión más difícil de su vida cuando se autoexcluyó. Un tipo apasionado por el deporte, que vive sus colores como ninguno y que cometió algunos errores que al final pueden haberle costado la copa.
- “Vamos a Bethpage a patearles el c… a los europeos”, decía el cartel que había a la entrada del vestuario local. No parece la mejor forma de motivar a tu equipo.
- Consultado sobre la presentación de la cancha el domingo a la noche, respondió: “Asumo la responsabilidad del error que cometimos al presentar Bethpage de esta manera y lo que más me duele fue que no seguí mi instinto”. Queda claro que él quería Bethpage con rough más alto y greens firmes, pero los genios de las estadísticas le dijeron que de la otra forma era mejor. Quizás siguieron la experiencia de Hazeltine en 2016, donde les fue muy bien con una cancha casi sin rough, pero acá fue diferente.
- La página web llamada DataGolf (si les divierten las estadísticas, no se la pueden perder) armó un ranking, basado en sus propios datos, de cómo serían las mejores combinaciones para las parejas de EE. UU. La de English/Morikawa figuraba 130 de 132 posibles combinaciones. Jugaron los dos foursomes y perdieron ambos.
- El viernes a la mañana, cuando Russell Henley pegó el golpe de salida en el 1 (jugaba de compañero con Scheffler), Edoardo Molinari —gurú de estadísticas de Europa— lo miró a Donald y le dijo: “Imposible que perdamos este punto”. Al día siguiente, Henley y Scheffler volvieron a jugar juntos, pero esta vez fue Scheffler el que pegó en el 1. Perdieron los dos partidos, pero al menos llegaron al 18 el sábado.
Son pequeñas cosas que terminan influyendo en el resultado final. Si hubiera terminado en paliza, como pudo haber sido, ningún análisis habría tenido sentido, pero cuando la diferencia terminó siendo muy poca, son los detalles los que te hacen ganar o perder.
Si vamos al tema de los vicecapitanes, ahí también Europa les sacaba ventaja. Olazábal y Bjorn fueron capitanes antes, y ambos victoriosos. Ya dijimos que Molinari se ocupa de las estadísticas desde hace tiempo; su hermano Francesco también participó y el quinto fue Alex Noren. Todos exjugadores de Ryder Cup y todos ganadores de Ryder Cup. Europa también tuvo en Paul McGinley (capitán en 2014) a un estratega que colaboró durante la previa y la semana en Bethpage.
Del lado de EE. UU., Kevin Kisner y Gary Woodland fueron dos de los ayudantes, dos que jamás habían jugado una Ryder Cup. Webb Simpson formó parte de dos equipos (perdió las dos) y Brandt Snedeker solo jugó en Hazeltine, donde ganó EE. UU. El quinto era Jim Furyk, a quien no le fue bien ni como jugador ni como capitán. Pareció raro que Steve Stricker, Davis Love y Paul Azinger no estuvieran aconsejando a Bradley. Son los últimos tres que lograron ganar y podían haberle aportado algo más.
Los capitanes y vices no pegan ni un solo golpe en la Ryder Cup, pero pueden torcer el rumbo con una buena o mala decisión.
