Identidad

Si uno sigue el golf pero no es fanático, al mirar el tablero del domingo y el nombre de la cancha donde se disputó el campeonato, podría pensar: “Scottie ganó el Wells Fargo”. El tema es que ya no se llama más Wells Fargo, y lo que se jugó fue el PGA Championship.

Este campeonato tiene 107 años de historia y todavía lucha por encontrar su identidad. Los otros tres majors tienen su propia personalidad: todos sabemos qué esperar en Augusta; el US Open suele presentar greens ultra rápidos y un rough injugable; y el Open Championship nos enfrenta al clima impredecible y a los links donde nadie está a salvo. El PGA Championship no tiene nada de eso, o tal vez tenga un poco de cada uno. Además, cuando se juega en una cancha que recibe al tour cada año, es más fácil confundirlo con un torneo regular.

El PGA Championship sí tiene características únicas que lo diferencian del resto. Tiene, sin duda, el mejor field del año: esta vez, 99 de los 100 mejores estuvieron presentes (faltó Horschel, operado de la cadera), algo que ninguno de los otros tres majors consigue. Además, incluye a 20 profesionales de clubes, que son el alma de la PGA de América y aportan un toque distintivo. Cuando aparece un caso como el de Michael Block hace dos años, que termina siendo casi tan famoso como el ganador, la PGA usa esa historia para silenciar las críticas por su inclusión.

También cuenta con Kerry Haigh, encargado de la preparación de las canchas para todos los eventos de la PGA de América. Nunca ha habido quejas, como sí sucede a veces con las sedes del US Open. Todo esto hace único al PGA Championship.

Aun así, no es ideal que se utilicen campos que ven acción del tour todos los años. Me pasa lo mismo cuando la USGA elige Torrey Pines para el US Open. Los majors deben tener sus propias sedes, porque se genera más intriga cuando un campeonato llega a Oakmont, Olympic, Winged Foot, Whistling Straits, Merion o The Country Club, en comparación con canchas que vemos cada año. Quizás la única excepción sea Pebble Beach.

Termina el PGA Championship y siempre me queda la misma sensación: es un gran campeonato, pero está un escalón por debajo de los otros tres majors. No debería ser así, pero no puedo evitar sentirlo. Ya se jugaron dos de los cuatro majors masculinos, y los dos mejores del mundo se quedaron con los títulos. Quedan dos escenarios fabulosos: en un mes estaremos en Oakmont, y en 60 días llegará el turno de Royal Portrush. Solo espero que no llueva en Oakmont para poder verla como en 2007. Pedir lo mismo para Portrush sería no entender de qué se trata jugar allí… Lo razonable sería pedir que no llueva demasiado.

Recomendar a un amigo:

Share the Post:

Related Posts

07. CORTITAS

Horschel: El veterano de 16 temporadas —y que no se calla nunca— opinó sobre la Ryder Cup: “Nunca jugué una

Read More
Enviar o recomendar: