05. OLIVOS GOLF CLUB

Buenos Aires, Argentina

La cancha del Olivos Golf Club es, a mi entender, la prueba más completa de golf que existe en Argentina. Lo he dicho muchas veces y lo sigo sosteniendo. En Olivos podés engañarla una vez, dos veces, pero enseguida se da cuenta de que no estás jugando bien y te lo hace pagar.

En Olivos no alcanza con pegarle bien a la pelota: hay que ejecutar el golpe que pide el hoyo, algo que no sucede en todas las canchas. El recorrido arranca con un par 5 que dobla a la izquierda y termina en otro par 5 que dobla a la derecha. En el medio no vas a encontrar dos hoyos seguidos en la misma dirección y, salvo los pares 3, todos doblan hacia algún lado. Esa es la esencia de su desafío: en Olivos hay que dominar los dos efectos para ubicar la pelota desde el tee. A diferencia de otras canchas en las que cualquier efecto puede servir para encontrar el fairway, aquí, si el hoyo dobla a la derecha, el fade es obligatorio, y si dobla a la izquierda, el draw también lo es.

Un buen ejemplo es el hoyo 6: intentar jugarlo con fade puede terminar en el primer árbol de la izquierda o bajo el monte de la derecha. Lo mismo ocurre con el 8 si se intenta pegar un draw: el castigo será el árbol de la derecha o el rough/monte de la izquierda. Así, hoyo tras hoyo, Olivos obliga a pegar el golpe justo.

Es también un claro ejemplo de cómo evolucionan las canchas con el tiempo. Desde su inauguración, hace más de 70 años, el recorrido cambió poco, pero la modernización de los greens iniciada en la década del 80, impulsada por un gran dirigente como Ivar Borstrom, terminó de darle la fisonomía actual.

En lo personal, mi hoyo favorito de la ida es el par 4 del 5. Hoy ha quedado algo corto por el avance de la tecnología (¿qué cancha del mundo no ha quedado corta?), pero sigue siendo un gran desafío gracias a su green complicado. En la vuelta, el par 3 del 10 es, a mi gusto, uno de los mejores de Argentina: unas 200 yardas, fuera de límites pegado a la izquierda y un fabuloso green. Hacer 3 allí siempre es motivo de alegría.

Otro punto alto es el green del 14, uno de los últimos en ser remodelados hace unos 30 años. Es espectacular: sin nada detrás, genera vértigo en el segundo golpe y engaña porque parece subir de adelante hacia atrás cuando, en realidad, cae en sentido contrario. El hoyo insignia es el 15, cuyo segundo tiro sobre el lago es de los más hermosos del país, sobre todo en otoño, cuando los colores de los árboles crean un marco inigualable.

La última modificación importante fue la unificación de los dos pot bunkers del 17 en un solo bunker. Para mí, eso mejoró notablemente el hoyo, ya que los anteriores no se integraban con el estilo del resto de la cancha.

Si quiere saber si está jugando bien, vaya al Olivos e intente hacerle score. Es, sin dudas, una gran prueba.

Recomendar a un amigo:

Share the Post:

Related Posts

07. CORTITAS

Horschel: El veterano de 16 temporadas —y que no se calla nunca— opinó sobre la Ryder Cup: “Nunca jugué una

Read More
Enviar o recomendar: