Aprender

Es sabido que se aprende más en las derrotas que en los triunfos. Cuando uno gana en cualquier deporte no siempre se detiene a analizar los motivos del éxito, pero cuando se pierde sobran las horas de reflexión para encontrar las razones.

Los equipos de la Ryder Cup ya están completos y ahora será tiempo de otro tipo de análisis: quién jugará con quién, por qué fulano es mejor que mengano en determinado formato, quiénes deberían ocupar los primeros lugares en los individuales del domingo, quién debería pegar el golpe inaugural el viernes… y todo lo que se les pueda ocurrir para un sobreanálisis como no existe en ningún otro campeonato del mundo.

Dicho esto, vale la pena repasar qué pueden aprender los capitanes de los errores del pasado. Estados Unidos ha acumulado más equivocaciones que Europa en decisiones clave. Ejemplos hay de sobra. En 1995, Lanny Wadkins, molesto con algunos comentarios de un joven Phil Mickelson —que debutaba en la Ryder y había ganado los dos fourballs que había jugado— lo mandó al último partido del domingo pensando que todo estaría definido para entonces. Acertó en la lectura del resultado global, pero erró en la estrategia: si Mickelson hubiera jugado más temprano, quizá hubiera sumado su punto y cambiado la historia.

Ya desde joven Mickelson mostraba rebeldía hacia la autoridad, algo que repetiría dos décadas después con Tom Watson en la conferencia de prensa tras perder en Gleneagles. Otro error recordado fue el de Hal Sutton en 2004, cuando decidió juntar a Tiger Woods y Mickelson en los dos partidos del viernes. El experimento fue un desastre: dos derrotas y la inolvidable cara de Tiger en el tee del 18 después de que Phil tirara la madera 3 por cualquier lado. Europa arrasó esa Ryder jugada en suelo estadounidense.

El último gran desacierto llegó en 2018, cuando Jim Furyk mandó a jugar foursomes en París a Mickelson y Bryson DeChambeau. En una de las canchas más angostas y con más rough en años, dos de los jugadores menos precisos desde el tee tenían que alternar golpes. Estados Unidos había empezado ese viernes ganando 3-1, pero perdió 4-0 a la tarde y Europa se encaminó a una victoria cómoda. Y quizá otro error más reciente fue en 2023: entre el Tour Championship y la Ryder hubo un mes sin competencia para 11 de los 12 jugadores del equipo norteamericano. Solo Justin Thomas jugó en Napa Valley para no perder ritmo, tras una elección de capitán muy discutida.

Da la impresión de que esa lección sí fue aprendida. Este año, otra vez el torneo de California es el único en el calendario previo a la Ryder Cup, y ya están confirmados Scottie Scheffler, Thomas y J.J. Spaun. No sorprendería que se sumen más de los doce elegidos para no llegar faltos de competencia. Otra cosa que Keegan Bradley podría aprender de los europeos es la atención al detalle en los formatos y características de los jugadores. DeChambeau, por ejemplo, es para mí uno de los dos mejores golfistas de EE.UU., y se ganó su lugar con apenas ocho oportunidades de sumar puntos. Pero puede ser un arma de doble filo en foursomes: juega con una pelota Titleist muy reciente, distinta a la que usan sus compañeros, y su estilo no parece el ideal para alternar golpes. Dejarlo afuera el viernes puede ser riesgoso, pero ponerlo también lo es. Además, la cancha tiene tres de los cuatro pares 3 como hoyos pares, lo que agrega otra variable a tener en cuenta al armar las parejas.

Del lado europeo, a Luke Donald le resulta más difícil aprender de errores recientes, porque su equipo viene de ganar en Roma. Es cierto que perdieron en Hazeltine en 2016 y fueron aplastados en Whistling Straits en 2021, pero la base que conquistó en 2023 llega intacta y en gran forma. Por primera vez en la historia de la Ryder Cup, diría que Europa es favorito para ganar en Estados Unidos. No sorprendería ver repetidas varias de las sociedades que se lucieron en Roma, algo que claramente es una ventaja.

Serán cuatro semanas eternas hasta que el viernes 26 de septiembre se levante el telón de una nueva Ryder Cup en Bethpage. Allí estaremos para contarles quién acierta más… y quién se equivoca menos.

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