Del apacible clima de Nueva York —y me refiero solo a las condiciones climáticas— al vendaval que hizo suspender la tercera jornada del Alfred Dunhill Championship en St. Andrews. Fueron cuatro los miembros del equipo europeo que cruzaron el Atlántico para jugar este tradicional campeonato, que tiene al Old Course, Carnoustie y Kingsbarns como sedes, pero que además convoca a celebridades como Andy Murray (fanatizado con el golf), Michael Douglas, Bill Murray, Gareth Bale, etc.
MacIntyre, Hatton, Fleetwood y Fitzpatrick estuvieron presentes, todos por diferentes motivos. Hatton defendía el título; Fitzpatrick jugaba con su papá de compañero, mientras que su hermano lo hacía con su mamá; y el zurdo dijo que jamás faltaría a un torneo en St. Andrews. No le fue mal.
Ya la primera jornada había sido complicada. El viento y la lluvia se hicieron presentes, las condiciones empeoraron el viernes y ya el sábado no se pudo jugar. Torneo reducido a 54 hoyos, en donde varios de los que peleaban por el título iban a terminar en diferentes canchas. Era el caso del sudafricano Richard Sterne, que estaba en Carnoustie, pero al que no le alcanzó por el fabuloso juego que desplegó MacIntyre.
En otro día frío, aunque esta vez con sol, el zurdo presentó una tarjeta de 66 y terminó ganando por cuatro sobre Hatton, que jugaba con él.
“Debo admitir que mi preparación para esta semana no fue la mejor. Tampoco lo fue mi alimentación, porque después de la Ryder Cup todo fue celebración”, dijo el ganador, que admitió haber jugado solo 12 hoyos de práctica el miércoles.
Ir a jugar a St. Andrews es casi una obligación cada vez que uno puede hacerlo. Si además se termina con el trofeo, la alegría borrará cualquier cansancio.
