Para pocos

Hace muchos años alguien me dijo que estudiaba historia no para conocer el pasado, sino para estar prevenido de lo que podría ocurrir en el futuro. Si las leyes de Murphy no intervienen, esta semana uno de los grandes jugadores del momento levantará el trofeo del US Open en Oakmont.

Esta será la décima ocasión en que el máximo campeonato de Estados Unidos tenga a la famosa cancha de Oakmont como sede, lo que marca un récord absoluto. Si repasamos la lista de ganadores, notaremos que solo los muy buenos han salido ilesos de este diseño de William Fownes: Tommy Armour (3), Sam Parks Jr. (1), Ben Hogan (9), Jack Nicklaus (18), Johnny Miller (2), Larry Nelson (3), Ernie Els (4), Ángel Cabrera (2) y Dustin Johnson (2) completan la lista. Todos ellos, salvo Parks, no solo son múltiples ganadores de grandes campeonatos, sino que además la mayoría son leyendas del golf.

Quien termine vencedor el domingo deberá haber estado muy fino en todas las partes de su juego. Pegar desde el fairway es una obligación en Oakmont, porque no hay forma de alcanzar los greens desde el rough. Quizás, si llueve, los greens se pongan un poco más blandos, pero también el rough estará más pesado y sacarla desde ahí será casi imposible.

Recuerdo la última ronda de 2007, cuando Cabrera falló el fairway del 9 por un metro y solo pudo volverla al pasto corto con su sand wedge. El cordobés siempre dijo que el putt para bogey que embocó en ese hoyo 9 el día final fue la clave de su victoria. Suponiendo que los greens estén como en aquel 2007, el control de distancia con los hierros será otra de las claves. No va a ser fácil frenarla por el brutal movimiento que tienen algunos de esos greens, y entonces elegir el lugar justo donde hacerla picar será fundamental. Préstenle mucha atención a los greens del 1, 3 y 10.

Si por el contrario llueve como en 2016, todo se hará más sencillo. Tanto que DJ ganó con -4, contra los +5 con los que ganó Cabrera.

Si esas dos partes del juego están bien, ahora habrá que jugar el green como los dioses. Los socios de Oakmont se quejan porque, cuando llega la USGA, los greens están más lentos que como los tienen ellos durante el año. La velocidad que pueden alcanzar estas superficies es inimaginable, y es casi imposible que algún jugador termine las cuatro rondas sin un green de tres putts. También aparecerán los de cuatro putts, y no se sorprendan si ven a más de uno sacarla del green con el putter. La combinación de velocidad y movimiento los hace, quizás, los más difíciles del mundo.

Hecha la presentación de este monstruo que es Oakmont en general, vamos a lo particular.

La cancha te recibe con un par 4 tremendo, con el segundo golpe en bajada a un green que cae todo de frente al fondo y de derecha a izquierda. Luego de cruzar la autopista por un puente (hay dos: uno para jugadores y oficiales y otro para el público), el 2 es un muy corto par 4 en donde más de uno llegará al green con el golpe de salida.

Si el segundo golpe del 1 es difícil, el del 3 debe ser el más difícil de todos. Un green elevado con frente y fondo falsos donde la distancia debe ser exacta. El más mínimo error te hace errar el green, y ahí empiezan los problemas.

Veremos quién la llega en dos golpes en el par 5 del 4. El 5 es otro par 4 no muy largo, y el 6 un par 3 con historia: allí fue donde se le movió la pelota a DJ en la ronda final, y comenzó uno de los grandes disparates en la historia de las reglas y los majors.

El 7 es un largo par 4, y la ida cierra con dos hoyos muy complicados. El par 3 del 8 puede medir hasta 290 yardas (por suerte se la puede entrar de corrida), y el 9 —que es par 5 para los socios pero se juega par 4 para el US Open— tiene un golpe de salida ciego, a un fairway bien angosto. El green está dividido en dos partes: el frente se usa para el hoyo y el fondo como putting green del campeonato. Así de grande es.

La vuelta abre con un par 4 que parece inofensivo. Aquí también hubo un «problemita» de reglas en 2016, cuando DJ pidió alivio de una torre de TV. El green, similar al del 1, es difícil para frenar la bola con el segundo golpe.

El siguiente es un par 4 no muy largo, donde casi nadie pegará driver desde el tee (Cabrera la dejó dada con el segundo golpe en 2007), mientras que el 12 es el otro par 5 del campo, con más de 600 yardas. Ponerla en el fairway es arduo porque tiene una pronunciada pendiente hacia la derecha.

Sigue un par 3 levemente en subida, y el 14 es un par 4 corto que le da al jugador una buena chance de birdie.

El final es tortuoso:

  • El 15 es un par 4 eterno donde Cabrera casi la emboca con el segundo golpe en 2007.
  • El 16, un par 3 eterno, vio a Larry Nelson embocar uno de los putts más largos de la historia del torneo cuando ganó en 1983.
  • El 17, un par 4 muy corto, va a tentar a más de uno a tirar al green. Seguramente recuerden el bogey de Cabrera, pero también el de Furyk, que le costó la chance de ir a un desempate.
  • El 18 es un par 4 de más de 480 yardas, con un fairway que dibuja una especie de S entre bunkers, un pequeño arroyo por la izquierda y un green endemoniado.

Por todo esto, creo que será una semana en donde muy pocos tendrán chances reales. Es una cancha que requiere muchísima paciencia, y que todas las áreas del juego estén en sintonía. Los que no lo logren, la van a pasar mal. Como en ningún otro lugar. Welcome to Oakmont.


Nadie sabe qué pasará esta semana, pero qué difícil resulta hoy no pensar en Scottie Scheffler como ganador. Viene de imponerse en los últimos tres torneos que jugó (CJ Cup, PGA Championship y Memorial), ganando en todos ellos con comodidad. El mejor del mundo parece haber reencontrado la fórmula que tanto éxito le dio en 2024, y llegará a Oakmont con la confianza por las nubes.

La otra cara de la moneda es McIlroy, que no jugó bien el PGA y viene de no pasar el corte en Canadá. El resto deberá encontrar la fórmula del éxito, y hay varios capaces de hacerlo: Shane Lowry jugó muy bien aquí en 2016, y ahora que ya ganó un major, el irlandés puede ser peligroso.

De los nuestros, podríamos suponer que Niemann, Vegas y Grillo son quienes mejor podrían adaptarse.

Si Murphy no hace de las suyas, el ganador esta semana me parece que será uno de esos grandes nombres. A Scheffler habrá que sumar a McIlroy, Rahm, DeChambeau, Schauffele, Matsuyama, Morikawa, Thomas, etc. No tengan dudas de que en los primeros días aparecerán algunos nombres inesperados, pero al final serán los grandes quienes definirán el domingo.

Llegó la semana del US Open. La que más esperaba este año. Porque Oakmont me parece extraordinaria y la vemos una vez cada 10 años. Solo pido que no llueva. Para ver un gran campeonato.

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